Por: Max Henriquez Daza
Director de La Meteo y el CLI-MAX
Canal RCN y NTN 24 Horas
meteocol@yahoo.com
La Meteorología en Colombia se está acabando por la ignorancia y la insensatez de nuestros dirigentes. Esta y otras cosas peores suceden en nuestro país y… al final, la vida sigue igual. Lo que está sucediendo con ésta ciencia va a tener graves repercusiones en el futuro y debemos saberlo desde ya. Cuando uno se muere le escriben su biografía y es eso lo que quisiera hacer en éste artículo, sobre el ocaso de la Meteorología en Colombia.
Meteorología viene del griego griego μετέωρον (meteoro), que significa "alto en el cielo"; y λόγος (logos), "conocimiento, tratado", según lo define wikipedia en internet. Es la ciencia interdisciplinaria que estudia el estado del tiempo, el medio atmosférico, los fenómenos allí producidos y las leyes que lo rigen.
NEMQUETEBA E IDACANZAS: PRIMEROS PRONOSTICADORES
La importancia de observar los diferentes fenómenos que se suceden en la atmósfera, como nos lo cuenta Darío Betancourt en su excelente publicación titulada “Reseña Histórica de la Meteorología en Colombia”, que cito en todo el presente artículo, se remonta en Colombia a las enseñanzas del enviado de Bochica, denominado Nemqueteba, quien apareció en el páramo de Chingaza, instituyó la jerarquía sacerdotal y levantó el templo del sol en Sogamoso, a la vez que fundamentó las observaciones meteorológicas dejando instruidos en estos menesteres a sus discípulos y a su sucesor Idacanzas, quien por el gran conocimiento que tenía de las señales celestes, preveía cambios del tiempo, sequías, las lluvias, las heladas y los vientos. Era el “hombre de los meteoros” de su época.
Idacanzas determinaba la proximidad de la lluvia (La Meteo primitiva) por el croar de las ranas y por ciertos movimientos de los lagartos, ya que esos animales sienten que la humedad ha variado y la expresan en sonidos, así como la proximidad de las tormentas era anunciada por la algarabía de los guacamayos.
LA PRIMERA EXPEDICION BOTANICA
Muchos años más tarde, José Celestino Mutis a su llegada a la Nueva Granada desde Europa, en 1760, trajo un gran número de instrumentos, como los barómetros (para medir la presión atmosférica) y termómetros, que luego fueron usados por nuestro sabio Caldas. Mutis llevaba consigo estos instrumentos durante la primera expedición botánica, haciendo las primeras observaciones instrumentales en Colombia, en la colonia. Otros instrumentos como el pluviómetro (para medir la lluvia) y el higrógrafo (para medir la humedad), fueron traídos por Humboldt. Se puede decir, según las investigaciones de Betancourt, que las mediciones de temperaturas, lluvia y presión se iniciaron en Colombia en 1808, que es el punto de partida de la Meteorología “moderna” en Colombia, sin desconocer lo adelantado por los Muiscas y la cultura de San Agustín-Huila , en Meteorología.
Los que colaboraron con Mutis para montar el proyecto científico que pretendía desarrollar las ciencias naturales en nuestro país, fueron Eloy Valenzuela, Jorge Tadeo Lozano, Francisco A. Zea, Pedro Fermín de Vargas, Sinforoso Mutis, Francisco José de Caldas y otros, pero fue Caldas quien siguió en la Meteorología y la Astronomía, desarrollándolas y aplicándolas más tarde en el observatorio astronómico y meteorológico. A su muerte en manos del pacificador Morillo, los estudios del clima quedaron suspendidos por 15 años, por la guerra de independencia.
LA METEOROLOGIA EN EL SIGLO XIX
Desde 1823 cuando vino a la Gran Colombia una misión francesa se volvieron a retomar las observaciones meteorológicas que fueron sostenidas por el general Joaquín Acosta, quien fue nombrado por el general Santander, como el director del museo y observatorio nacional. Después, fue el mismísimo general Mosquera, quien gobernaba al país en 1848, quien realizó y publicó observaciones meteorológicas, hechas en la Universidad de Popayán. En ese mismo año el gobierno de la Nueva Granada contrató el levantamiento del mapa general del país, con el coronel Agustín Codazzi y el observatorio fue anexado al Colegio Militar y fue dotado con más instrumentos meteorológicos. Pasaron por el observatorio Ezequiel Uricochea, Cornelio Borda e Indalecio Liévano quienes hicieron observaciones meteorológicas en Bogotá solamente. Codazzi hizo observaciones en otros sitios del territorio nacional realizando su comisión geográfica. Todas estas observaciones de la atmósfera se hicieron sin continuidad ni uniformidad, lo que impidió que se pudieran construir series climatológicas.
En el año 1900 Juan de Dios Carrasquilla hizo los siguientes análisis del clima de Colombia: “Las observaciones practicadas nos permiten decir que hay en el año dos estaciones lluviosas y dos secas, pero de ahí no pasan nuestros conocimientos: Al tratar de aplicarlos a determinados días, fracasamos. Para ello sería preciso estudiar mejor las meteorologías de cada lugar”.
El primero, tal vez, que hizo una descripción y aproximación más completa del clima de todo el país en esa época, fue Jorge Álvarez Lleras, eminente científico que presentó su estudio en el II Congreso Científico Panamericano de Washington en 1914.
Nuestro gran sabio Caldas escribió, refiriéndose a la necesidad de tener datos meteorológicos y científicos del país, que: “ aquí vendrán el político, el magistrado, el filósofo, el negociante, el viajero, el botánico, el mineralogista, el militar y el agricultor a beber luces para el desempeño de sus oficios”.
LA METEOROLOGIA DEL SIGLO XX
El primer trabajo climatológico serio, escrito y publicado, fue el que desarrolló el que fue director del Observatorio hasta 1920, Julio Garavito Armero. Se llamó “El Clima de Bogotá”. Tanto él, como Álvarez Lleras comprendieron que era necesario seguir las recomendaciones del II Congreso Científico Panamericano de Washington de 1914 y crear un servicio meteorológico nacional. Ellos hicieron el correspondiente proyecto de ley para ser aprobado por el Congreso.
Entre las motivaciones para presentar ese proyecto de ley estaba que no tardaría el día en que realizaría una Conferencia Internacional de Meteorología, donde había que llegar con historia porque, según ellos, “sería vergonzoso para Colombia aparecer con las manos vacías en un certamen de trascendencia, cuando los países han organizado un servicio meteorológico”.
Otra de las motivaciones era que esa información sería útil a las compañías de seguros, a la agricultura nacional,, a los acueductos urbanos, las compañías de navegación fluvial, etc, que necesitan las estadísticas meteorológicas. Afirmaban que este servicio sería útil a la meteorología universal, pues contribuirían al mejor conocimiento de las leyes que rigen los fenómenos meteorológicos en las regiones equinocciales.
El Congreso de Colombia aprobó la creación del Servicio Meteorológico a través de la ley 74 de 1916, pero pasaron 6 años hasta que en 1922 se inauguró el Observatorio Meteorológico Nacional de San Bartolomé, comisionando a Jorge Alvarez Lleras, ad-honorem, para que estudiara como estaban organizados estos servicios en Estados Unidos y Europa. El Presidente Marco Fidel Suárez decidió llamar al jesuita Simón Sarasola, español, que dirigía el Observatorio Montserrat de Cienfuegos-Cuba, para que se pusiera al frente del Observatorio Meteorológico Nacional de San Bartolomé, generando con ello una gran inconformidad entre los que aquí habían trabajado con tanto entusiasmo por el tema. ¡Que gran parecido a lo de hoy!!. La historia se repite siempre en Colombia y no salimos de ese círculo vicioso. Eso parece que estará sucediendo en el próximo futuro, ya que, según me han informado, la NOAA está recibiendo la bendición del gobierno de Uribe, por una iniciativa generada en Medellín, para ellos hacer Meteorología en Colombia, a costa de todo lo que ha trabajado el IDEAM en su tortuosa historia.
En 1958, por medio del Decreto 622 se reorganizó el Instituto Agustín Codazzi y se le asignaron funciones para establecer, operar y coordinar la prestación de los servicios meteorológicos e hidrológicos para el país. La ley 99 de 1958 facultó al Gobierno para organizar el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología-SNMH. Colombia ya era miembro de la Organización Meteorológica Mundial, por lo que solicitó una asistencia técnica de la entidad mundial, que se concretó con la llegada al país del experto Walter Pannembecker, en enero de 1962, cundo se instalaron en el país la mayoría de las estaciones meteorológicas que todavía hoy en día funcionan. En 1965 se solicitó al programa de las naciones Unidas para el desarrollo una asistencia técnica y económica para un proyecto conjunto, que concluyó en la creación del Servicio Colombiano de Meteorología e Hidrología, el tan recordado y añorado SCMH, mediante el decreto extraordinario 2420 de septiembre de 1968.
La Aerocivil debía trasladar al SCMH todas las actividades que ejercía en Meteorología Aeronáutica, pero nunca las trasladó todas y el SCMH nunca las asumió completamente, por lo cual se dejó un tajo abierto para los problemas que surgieron posteriormente y que aún se mantienen, en las relaciones entre el IDEAM y la DAAC.
EL COMIENZO DEL FIN: EL HIMAT Y EL IDEAM
Luego y por puro capricho del Presidente López Michelsen, se creó el HIMAT en 1976, siguiendo un mal ejemplo de México, y se pasó el SCMH allí, junto con las funciones politiqueras de adecuación de tierras.
En 1993 y mediante la ley 99 se creó el Ministerio del Medio Ambiente, se organizó el Sistema Nacional Ambiental-SINA en el fragor de la cumbre de Río y la ola ambiental que se despertó en ese entonces en el mundo. El Decreto 1277 de 1994 estableció y organizó el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales-IDEAM, que marcó el comienzo del fin de la ciencia de la Meteorología de Colombia.
Porque la Meteorología no encajaba dentro del sector ambiental?. Porque lo ambiental nunca se logró transversalizar como se suponía y se quedó en eso, en un sector relegado por la política, convertido como lo dijo un día Juan Gossain, en un gueto.
La gente del sector ambiental no sabe ni le importa la Meteorología y dentro del Ministerio del medio Ambiente y el sector ambiental esta ciencia es una isla. La visión obtusa y mezquina de ministros del medio ambiente, viceministros del medio ambiente y, peor aún, de directores del IDEAM, que llegaban allí a hacer carreras políticas o a aspirar a puestos en instituciones multilaterales, sin conocimiento alguno de esta ciencia y sus beneficios a la economía nacional, llevaron a lo que hoy hay. La red de estaciones meteorológicas de Colombia se fue acabando paulatinamente por falta de inversión; el equipo de profesionales que fuimos enviados a estudiar a diferentes partes del mundo en el marco del proyecto PNUD-OMM-Gobierno de Colombia se pensionó o nos fuimos a trabajar en otros campos de la ciencia o a la docencia, o en mi caso, a la televisión. No hubo reposición de material humano profesional, siempre fue muy mal remunerado. Tampoco se hizo reposición del el personal técnico, y menos del equipamiento para darle continuidad al trabajo.
Los presupuestos de inversión eran desviados hacia compras de bienes sin importancia y en proyectos insulsos medioambientales, que bien podían no hacerse y no pasaba nada. Proyectos conjuntos con otras instituciones que solo sirvieron, en la mayoría de los casos, para llenar bibliotecas con volúmenes que no sirven para nada. Que miopía por Dios.
METEOROLOGIA, Q.E.P.D.
Da tristeza y rabia en el corazón ver desbaratarse semejante esfuerzo que hizo el PNUD y la OMM en la década de los 60 y 70-s para crear esta infraestructura para el estudio de las variables climáticas, de las mejores de América Latina, porque unos ignorantes del tema consideraron que no era importante, tanto dentro del IDEAM o en su cabeza, como en el viceministerio del medio ambiente o el ministerio mismo, así como en hacienda, agricultura, la aeronáutica civil y otros estamentos del estado. Esos son los responsables de que se acabe poco a poco la Meteorología en Colombia, causándole un grave daño al país que se verá con el tiempo.
Qué lástima que haya sido el gobierno del Presidente Uribe el enterrador de semejante esfuerzo costoso para el mundo y para el país, tratando de darle sostenibilidad al desarrollo de Colombia. El Presidente Uribe y sus asesores tuvieron en sus manos una propuesta de cambio, antes del naufragio, de la Meteorología colombiana, pero decidieron, por falta de interés y conocimiento, dejar la toma de decisiones en manos de algunos funcionarios de bajo rango en Planeación Nacional.
Lo que sí han hecho es darle visto bueno a un proyecto con la NOAA, entidad científica muy seria y acreditada en Estados Unidos, para que, con la connivencia de unos vende patrias, cómplices de este atropello, intenten montar un nuevo servicio meteorológico en Colombia. La historia los juzgará por su arrogancia y desfachatez. A mí que no me inviten a ese entierro, pero que si inviten a esos directores de la Aerocivil, que se empeñaron en negarle los recursos al IDEAM, por la prestación del servicio meteorológico aeronáutico y crearon una doble red de estaciones meteorológicas, donde ya había iguales del IDEAM. Que inviten a los Ministros de Ambiente y sus vices del Gobierno del Presidente Uribe y del anterior, para que lloren sus culpas. Que inviten a esos Ministros de Hacienda que le negaron o le cortaron recursos para el buen funcionamiento y mantenimiento de las 2.000 estaciones meteorológicas (que antes eran 4.000) dispersas por toda Colombia. Ellos son culpables honrados, ya que sin saberlo mataron la ciencia, más por culpa de los Directores del IDEAM de turno, que no supieron o no quisieron defender la red meteorológica y a sus científicos responsables. Que inviten al saliente Ministro de Agricultura, Uribito, que podría ser el próximo Presidente de Colombia, pero que también fue responsable de que se cayera la Meteorología, más por omisión que por acción. Que tal la agricultura sin Meteorología, ahh !. Solo le doy gracias a Dios por este país que nos da de todo por su naturaleza generosa y gracias a los arroceros de Fedearroz por permitirme escribir estas líneas y publicar en el Correo Fedearroz las predicciones climáticas todos los meses. Estos si saben para qué es la Meteorología, desde la perspectiva de sus propios intereses. Pero tengan presente los demás que el clima del futuro va a ser otro y no vamos a estar preparados para eso, porque no va a haber con que hacerlo.
viernes, 13 de febrero de 2009
Confirman vuelos internales al Edén de Armenia
Quedó confirmada la llegada en mayo próximo del primer vuelo internacional al aeropuerto El Edén de Armenia con 120 turistas provenientes de Miami, y una alianza con empresarios peruanos para operar el Tren turístico, Cali - La Tebaida.
Esta última iniciativa del gobernador del Quindío, Julio César López Espinosa fue acogida por el presidente de la concesionaria, Fernando Garcés Lloreda quien espera concretar un encuentro con Perú-Rail, empresa que ofrece servicios de tren turístico en Los Andes.
Perú-Rail, una de las rutas ferroviarias más altas en el mundo, enlaza las atracciones turísticas más importantes de los Andes, llevándolo por paisajes de absoluta belleza y a lugares casi inaccesibles por otros medios.
Asimismo, ofrece una selección de rutas importantes que parten de la histórica ciudad del Cuzco hacia el Valle Sagrado y el legendario Santuario de Machu Picchu o hacia Puno y el Lago Titicaca.
Prensa entre el control y la libertad
[Columna El Espectador]
Sobre los periodistas en las recientes liberaciones (2009-02-12)
Hubo entre estas versiones sobre el secuestro, una diferencia similar a la que distingue la información oficial de la que dan los medios libres. Los medios de comunicación que registraron con avidez las muy ricas y noticiosas respuestas del ex gobernador en una cálida rueda de prensa, acababan de vivir dos jornadas de tensión, generadas por agentes oficiales. Texto publicado en Terra Magazine.
Fecha de publicación: 2009-02-05
Autor/Fuente: Javier Darío Restrepo, maestro de ética periodística y miembro de Medios para la Paz.
Los colombianos escuchamos en los últimos días las versiones de los policías y el soldado liberados y la del ex gobernador Alan Jara, tras más de siete años de cautiverio.
Con un inocultable tono propagandístico y de consigna de guerra, los primeros hicieron recordar las declaraciones del policía Pinchao y las dudas que rodearon su versión. Fue impactante, por el contrario, la sinceridad del ex gobernador.
Hubo entre estas versiones sobre el secuestro, una diferencia similar a la que distingue la información oficial de la que dan los medios libres. Los medios de comunicación que registraron con avidez las muy ricas y noticiosas respuestas del ex gobernador en una cálida rueda de prensa, acababan de vivir dos jornadas de tensión, generadas por agentes oficiales.
Para el ministro de Defensa los periodistas Hollman Morris y Jorge Enrique Botero son idiotas útiles al servicio de la guerrilla, mientras que para el alto comisionado para la paz, los medios de comunicación podrían interferir y debían permanecer alejados de la plataforma del aeropuerto de Villavicencio, donde debería llegar el ex gobernador recién liberado.
La medida fue rectificada tan intempestivamente como en el día anterior se había rectificado la decisión presidencial de excluir a la senadora Piedad Córdoba de la Comisión de liberación.
El dilema
De la discusión que motivaron estos hechos resultó que, como en el resto del mundo, aquí la sociedad y el gobierno deben optar por un régimen de prensa controlada para prevenir abusos y errores de periodistas y medios y tener una información favorable, o por una prensa libre de presiones y limitaciones oficiales, pero con la posibilidad de que se cometan errores, se incurra en abusos y se multiplique la crítica.
Una prensa sometida a controles oficiales correría el muy cercano peligro de convertirse en altavoz de la verdad única del gobierno, dominada por las medias verdades de la propaganda y sorda a las expresiones de la oposición y de la población. Contaría como recurso único con los boletines oficiales y con el material informativo de las oficinas de prensa del estado.
Sería una información no creíble, con una visión incompleta y deformada de la realidad, pero sin los excesos y abusos de las empresas periodísticas privadas. Disminuirían las molestias que acaban de generar las denuncias de Botero, o las suspicacias de los militares que detuvieron y denunciaron a Morris. La versión calculada y mesurada de los textos oficiales les ahorraría sobresaltos a gobernantes y gobernados. Pero este terapéutico control de la prensa muy pronto estaría en la mira de quienes llegaran a preguntarse: ¿y quién controla al controlador? Sin controles.
Una prensa sin controles oficiales no es una prensa descontrolada, sino sometida a otra clase de fiscalización: la de los lectores, en primer lugar y la de los propios medios de comunicación y de los profesionales de la prensa. Pero es una prensa con irritantes características: su extrema dependencia de los intereses de los empresarios, su inclinación a la levedad, como argumento de ventas; su persistencia en convertir la intimidad de las personas en mercancía; sus reiteradas imprecisiones y las multiplicadas concesiones a lo publicitario, pero sobre todo, su posibilidad de ser opositora o simplemente crítica.
Así, la sociedad tiene que padecer esas proclividades, debilidades y errores que, al hacer crisis, hacen mirar con nostalgia la mano recia de controladores y censores de la prensa. Se plantea entonces el dilema: ¿qué es preferible para la sociedad: la voz única oficial en que se convierte la prensa bajo control, o las voces múltiples, imperfectas y cuestionadoras de la prensa libre?
Los prejuicios
Las jornadas de la liberación de los seis secuestrados revelaron las prevenciones y prejuicios de los militares hacia la prensa. Cuando detuvieron al periodista Hollman Morris revivió una antigua presunción de militares y gobernantes que hace razonar así: puesto que el periodista llegó hasta el sitio donde la guerrilla entregó los secuestrados, es porque cuenta con una ayuda que los guerrilleros sólo proporcionan a sus cómplices y partidarios; de lo contrario, ¿cómo es posible que un periodista llegue hasta lugares y contacte personas a las que las Fuerzas Armadas no han podido acceder?
La preocupación se agrava con la sospecha que cubre al médico que atiende a un guerrillero enfermo o herido, o al abogado que defiende a un narcotraficante que se expresa en estos términos: puesto que parecen amigos de los enemigos, deben ser enemigos y han de ser tratados como tales.
Según el criterio más acogido en las oficinas de prensa oficiales, el periodista les debe a las instituciones la cuota patriótica de su lealtad, entendida esta palabra como renuncia a la crítica y total disponibilidad para hacerles eco a las informaciones institucionales. Es una regla que se rompió en 1854 cuando Howard Russell, corresponsal de la guerra de Crimea, cubrió la batalla decisiva montado en una mula y confiado en los datos que personalmente pudo obtener. Al dar cuenta de la cruel derrota del ejército inglés, fue calificado como antipatriota por los predecesores del ministro de defensa colombiano quien descalificó a Morris y a Botero como idiotas útiles de la subversión, porque se habían negado a ser idiotas dóciles de lo oficial.
Pero no todo fue negativo para los medios de comunicación en estos días. Como lo han dicho los liberados y lo reiteró Alan Jara, sin los medios de comunicación que les inyectaron vida y esperanza, su secuestro habría sido más duro.
Con todas sus polémicas características, las de Jorge Enrique, más periodista que testigo invitado por la comisión; las de Hollman, en contravía de la verdad oficial y de los intereses publicitarios del gobierno; las de la televisión, sentimental, redundante y comercializada pero presente, a pesar de todo esto, es preferible y más saludable para la democracia una prensa así, que una prensa controlada por los funcionarios. Además, es más democrático.
Sobre los periodistas en las recientes liberaciones (2009-02-12)
Hubo entre estas versiones sobre el secuestro, una diferencia similar a la que distingue la información oficial de la que dan los medios libres. Los medios de comunicación que registraron con avidez las muy ricas y noticiosas respuestas del ex gobernador en una cálida rueda de prensa, acababan de vivir dos jornadas de tensión, generadas por agentes oficiales. Texto publicado en Terra Magazine.
Fecha de publicación: 2009-02-05
Autor/Fuente: Javier Darío Restrepo, maestro de ética periodística y miembro de Medios para la Paz.
Los colombianos escuchamos en los últimos días las versiones de los policías y el soldado liberados y la del ex gobernador Alan Jara, tras más de siete años de cautiverio.
Con un inocultable tono propagandístico y de consigna de guerra, los primeros hicieron recordar las declaraciones del policía Pinchao y las dudas que rodearon su versión. Fue impactante, por el contrario, la sinceridad del ex gobernador.
Hubo entre estas versiones sobre el secuestro, una diferencia similar a la que distingue la información oficial de la que dan los medios libres. Los medios de comunicación que registraron con avidez las muy ricas y noticiosas respuestas del ex gobernador en una cálida rueda de prensa, acababan de vivir dos jornadas de tensión, generadas por agentes oficiales.
Para el ministro de Defensa los periodistas Hollman Morris y Jorge Enrique Botero son idiotas útiles al servicio de la guerrilla, mientras que para el alto comisionado para la paz, los medios de comunicación podrían interferir y debían permanecer alejados de la plataforma del aeropuerto de Villavicencio, donde debería llegar el ex gobernador recién liberado.
La medida fue rectificada tan intempestivamente como en el día anterior se había rectificado la decisión presidencial de excluir a la senadora Piedad Córdoba de la Comisión de liberación.
El dilema
De la discusión que motivaron estos hechos resultó que, como en el resto del mundo, aquí la sociedad y el gobierno deben optar por un régimen de prensa controlada para prevenir abusos y errores de periodistas y medios y tener una información favorable, o por una prensa libre de presiones y limitaciones oficiales, pero con la posibilidad de que se cometan errores, se incurra en abusos y se multiplique la crítica.
Una prensa sometida a controles oficiales correría el muy cercano peligro de convertirse en altavoz de la verdad única del gobierno, dominada por las medias verdades de la propaganda y sorda a las expresiones de la oposición y de la población. Contaría como recurso único con los boletines oficiales y con el material informativo de las oficinas de prensa del estado.
Sería una información no creíble, con una visión incompleta y deformada de la realidad, pero sin los excesos y abusos de las empresas periodísticas privadas. Disminuirían las molestias que acaban de generar las denuncias de Botero, o las suspicacias de los militares que detuvieron y denunciaron a Morris. La versión calculada y mesurada de los textos oficiales les ahorraría sobresaltos a gobernantes y gobernados. Pero este terapéutico control de la prensa muy pronto estaría en la mira de quienes llegaran a preguntarse: ¿y quién controla al controlador? Sin controles.
Una prensa sin controles oficiales no es una prensa descontrolada, sino sometida a otra clase de fiscalización: la de los lectores, en primer lugar y la de los propios medios de comunicación y de los profesionales de la prensa. Pero es una prensa con irritantes características: su extrema dependencia de los intereses de los empresarios, su inclinación a la levedad, como argumento de ventas; su persistencia en convertir la intimidad de las personas en mercancía; sus reiteradas imprecisiones y las multiplicadas concesiones a lo publicitario, pero sobre todo, su posibilidad de ser opositora o simplemente crítica.
Así, la sociedad tiene que padecer esas proclividades, debilidades y errores que, al hacer crisis, hacen mirar con nostalgia la mano recia de controladores y censores de la prensa. Se plantea entonces el dilema: ¿qué es preferible para la sociedad: la voz única oficial en que se convierte la prensa bajo control, o las voces múltiples, imperfectas y cuestionadoras de la prensa libre?
Los prejuicios
Las jornadas de la liberación de los seis secuestrados revelaron las prevenciones y prejuicios de los militares hacia la prensa. Cuando detuvieron al periodista Hollman Morris revivió una antigua presunción de militares y gobernantes que hace razonar así: puesto que el periodista llegó hasta el sitio donde la guerrilla entregó los secuestrados, es porque cuenta con una ayuda que los guerrilleros sólo proporcionan a sus cómplices y partidarios; de lo contrario, ¿cómo es posible que un periodista llegue hasta lugares y contacte personas a las que las Fuerzas Armadas no han podido acceder?
La preocupación se agrava con la sospecha que cubre al médico que atiende a un guerrillero enfermo o herido, o al abogado que defiende a un narcotraficante que se expresa en estos términos: puesto que parecen amigos de los enemigos, deben ser enemigos y han de ser tratados como tales.
Según el criterio más acogido en las oficinas de prensa oficiales, el periodista les debe a las instituciones la cuota patriótica de su lealtad, entendida esta palabra como renuncia a la crítica y total disponibilidad para hacerles eco a las informaciones institucionales. Es una regla que se rompió en 1854 cuando Howard Russell, corresponsal de la guerra de Crimea, cubrió la batalla decisiva montado en una mula y confiado en los datos que personalmente pudo obtener. Al dar cuenta de la cruel derrota del ejército inglés, fue calificado como antipatriota por los predecesores del ministro de defensa colombiano quien descalificó a Morris y a Botero como idiotas útiles de la subversión, porque se habían negado a ser idiotas dóciles de lo oficial.
Pero no todo fue negativo para los medios de comunicación en estos días. Como lo han dicho los liberados y lo reiteró Alan Jara, sin los medios de comunicación que les inyectaron vida y esperanza, su secuestro habría sido más duro.
Con todas sus polémicas características, las de Jorge Enrique, más periodista que testigo invitado por la comisión; las de Hollman, en contravía de la verdad oficial y de los intereses publicitarios del gobierno; las de la televisión, sentimental, redundante y comercializada pero presente, a pesar de todo esto, es preferible y más saludable para la democracia una prensa así, que una prensa controlada por los funcionarios. Además, es más democrático.
Gobierno estigmatiza periodistas
Bogotá, Colombia, febrero 12 de 2009.
La Corporación Medios para la Paz y los abajo firmantes (*) queremos llamar la atención sobre la estigmatización de la que han sido víctimas los periodistas Hollman Morris y Jorge Enrique Botero, por parte de representantes del Gobierno. Consideramos inadecuado que justamente el Estado, que es quien debe garantizar la vida y la integridad de todos los civiles, incluyendo a los periodistas, sea quien los ponga en riesgo al asegurar de manera irresponsable que existen relaciones entre estos colegas y los actores armados ilegales.
El derecho a la información es un pilar fundamental en la democracia y como tal debe ser respetado y garantizado. El daño causado por las intervenciones estigmatizadoras por parte de representantes del Gobierno en el caso de estos dos periodistas nos lleva a exigir que se eviten pronunciamientos como los de la semana pasada y se tenga un mayor cuidado en el uso de los calificativos y en la relación que se pretende establecer entre periodistas y grupos armados ilegales.
Por esta razón, manifestamos nuestra preocupación y hacemos un llamado para que no se propicien acciones hostiles en contra de los periodistas Hollman Morris y Jorge Enrique Botero, ya que estos actos tienen un efecto negativo no solo en la seguridad de los periodistas, sino también en el acceso a la información relacionada con el conflicto armado en el país, a la que tiene derecho la ciudadanía.
MEDIOS PARA LA PAZ
www.mediosparalapaz.org
La Corporación Medios para la Paz y los abajo firmantes (*) queremos llamar la atención sobre la estigmatización de la que han sido víctimas los periodistas Hollman Morris y Jorge Enrique Botero, por parte de representantes del Gobierno. Consideramos inadecuado que justamente el Estado, que es quien debe garantizar la vida y la integridad de todos los civiles, incluyendo a los periodistas, sea quien los ponga en riesgo al asegurar de manera irresponsable que existen relaciones entre estos colegas y los actores armados ilegales.
El derecho a la información es un pilar fundamental en la democracia y como tal debe ser respetado y garantizado. El daño causado por las intervenciones estigmatizadoras por parte de representantes del Gobierno en el caso de estos dos periodistas nos lleva a exigir que se eviten pronunciamientos como los de la semana pasada y se tenga un mayor cuidado en el uso de los calificativos y en la relación que se pretende establecer entre periodistas y grupos armados ilegales.
Por esta razón, manifestamos nuestra preocupación y hacemos un llamado para que no se propicien acciones hostiles en contra de los periodistas Hollman Morris y Jorge Enrique Botero, ya que estos actos tienen un efecto negativo no solo en la seguridad de los periodistas, sino también en el acceso a la información relacionada con el conflicto armado en el país, a la que tiene derecho la ciudadanía.
MEDIOS PARA LA PAZ
www.mediosparalapaz.org
El adios a la Iglesia de Circasia Quindío
En Circasia, Quindío se perdió una reliquia, más de 100 años de historia de la región, con el incendio de la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes que fue consumida por las llamas en la mañana de ayer.
Con lágrimas en los ojos e impotencia los habitantes en Circasia, municipio al norte del Quindío vieron como en media hora desapareció parte de su patrimonio.
Las autoridades atribuyeron a un corto circuito el incendio que aunque no dejó pérdidas humanas, causa dolor al pueblo que ayer fue testigo de la rápida acción de las llamas.
Las misas se harán en la capilla del colegio San José, según lo indicaron las Hermanas Vicentinas.
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