jueves, 18 de diciembre de 2008
Mensaje de amor en navidad
Un mensaje de paz y bien dirigió a toda su feligresía el Obispo de la Diócesis de Armenia Monseñor Fray Fabio Duque Jaramillo a propósito de la celebración de la llegada del niño Jesús en esta temporada.
Llama la atención el máximo rector de la iglesia católica en el Quindío sobre la concepción pagana de un Dios fiscalizador que nos aterra su cercanía, porque perdemos la dimensión de Dios, confundiéndolo con un fiscal, con un padre terreno o con una autoridad temporal.
Agrega que Dios no es el vigilante de turno para tomar medidas de castigo contra nosotros cuando nos alejamos de sus mandamientos. No es el padre que incómodo con las necedades de sus hijos trata de reprenderlos. Ni la autoridad amenazante que busca el cumplimiento de la ley. Dios ama al hombre y lo ama sólo porque es obra de sus manos.
Cuando acogiendo el misterio de la Encarnación, nuestra humanidad se reviste de la divinidad, el hombre tiene entonces la capacidad para practicar el bien y evitar el mal, sin esta experiencia el hombre se empeñará en justificarse y empezará a confundirse llamando bien al mal y viceversa.
Finalmente pide al Señor trasegar estos días del nuevo año, ocupados en hacer lo que de nosotros dependa para que su presencia actúe y nos convierta en testigos de su misericordia.
Llama la atención el máximo rector de la iglesia católica en el Quindío sobre la concepción pagana de un Dios fiscalizador que nos aterra su cercanía, porque perdemos la dimensión de Dios, confundiéndolo con un fiscal, con un padre terreno o con una autoridad temporal.
Agrega que Dios no es el vigilante de turno para tomar medidas de castigo contra nosotros cuando nos alejamos de sus mandamientos. No es el padre que incómodo con las necedades de sus hijos trata de reprenderlos. Ni la autoridad amenazante que busca el cumplimiento de la ley. Dios ama al hombre y lo ama sólo porque es obra de sus manos.
Cuando acogiendo el misterio de la Encarnación, nuestra humanidad se reviste de la divinidad, el hombre tiene entonces la capacidad para practicar el bien y evitar el mal, sin esta experiencia el hombre se empeñará en justificarse y empezará a confundirse llamando bien al mal y viceversa.
Finalmente pide al Señor trasegar estos días del nuevo año, ocupados en hacer lo que de nosotros dependa para que su presencia actúe y nos convierta en testigos de su misericordia.
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